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Arqueólogos e historiadores se topan en Ciudad Real con un problema: fallan las fuentes. La principal, el ‘Itinerario de Antonino’, un documento del siglo III que recopila las rutas del Imperio y que describe las ciudades y su situación está equivocado. Las distancias no coinciden por lo que hay siete u ocho poblaciones que describe ese tratado que no están localizadas. Se han perdido para la historia.
Es el caso de Ad Turres (Hacia las Torres), la ciudad que un equipo de investigación de la Universidad de Castilla-La Mancha cree ahora haber encontrado en el santuario de Las Virtudes, en Santa Cruz de Mudela. De confirmarse su teoría, una más de los cinco o seis emplazamientos que se le han atribuido (Abenójar, Torrenueva, Argamasilla de Calatrava y también Santa Cruz de Mudela pero al norte de Las Virtudes), sería todo un descubrimiento que revalorizaría para el turismo un conjunto monumental del siglo XV y plaza de toros del XVII, ya de por sí muy interesantes.
Víctor López-Menchero, el investigador que forma parte del equipo de Materialidad, Arqueología y Patrimonio que dirige Jorge Onrubia y que trabaja en ‘el caso Ad Turres’ está convencido de ello. Solo falta que los sondeos que quieren hacer a finales de agosto o primeros de septiembre confirmen los resultados del estudio preliminar que se hicieron públicos la semana pasada y que son “más que teorías”, remata López-Menchero en una entrevista con este periódico. Incluso aunque, por mala suerte, no aparezca nada el arqueólogo cree que Las Virtudes encierra secretos.
“Estamos en una zona con mucho potencial histórico-artístico. Es un lugar impresionante y al lado de la Autovía de Andalucía lo que acrecienta su importancia como motor de desarrollo. Y no es que no hayan aparecido restos, es que no ha habido nunca excavaciones arqueológicas”.
Localizar y documentar Ad Turres (que ya se ha hecho sobre el papel) forma parte de un proyecto de interés cultural en el que se han embarcado el Ayuntamiento santacruceño y la Universidad de Castilla-La Mancha a través de la Fundación General de la Universidad.
Ambas instituciones firmaron en enero un convenio para el estudio previo (sólo 1.800 euros). Pero en estos meses se ha implicado también una empresa privada, las bodegas de Fernando Castro que van a ejercer una labor de mecenazgo poniendo dinero en el proyecto, como ocurre en otros países. El equipo también quiere involucrar a la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha “que ya nos ha dicho que sí”.
La prueba de fuego será a finales de verano. “Vamos a hacer un conjunto de sondeos pequeños para conseguir dar con algo interesante. Si tenemos éxito entonces preparemos un proyecto más global que incluye también investigación sobre la plaza de toros y el santuario”.
El equipo de López-Menchero cree haber descubierto vestigios de una necrópolis romana y de una ermita visigoda y la clave ha sido el pulvino, un cilindro ornamental que se utilizaba para coronar mausoleos de personajes ilustres en necrópolis de ciudades y que está reutilizado en la ermita como sostén de una pila. “Vamos a excavar en torno a esa pieza que hemos logrado identificar porque creemos que tiene mucha más altura”.
Otro vestigio de necrópolis es un hallazgo circunstancial: un animal labrado en piedra y colocado en un muro que los investigadores identifican con un grifo (animal mitológico vinculado a la muerte), que podría ser íbero-romano.
La investigación también se ha apoyado en los únicos estudios rigurosos que hay sobre el santuario. El trabajo de principios de siglo del párroco don Antonio Pardo. Cura y erudito, este hombre tuvo acceso a los archivos históricos como las ‘Relaciones topográficas de Felipe II’ en las que se decía que en el siglo XVI durante la construcción de la iglesia parroquial habían aparecido muchos difuntos en Las Virtudes. “Este hombre escribió un libro fantástico sobre la posible existencia de una ciudad romana en el santuario y pudo consultar documentos que se perdieron durante la Guerra Civil”, relata López-Menchero, y más recientemente las investigaciones del arqueólogo Luis Benítez de Lugo que además de haber elaborado la Carta Arqueológica de Santa Cruz de Mudela hizo otro descubrimiento “muy interesante” en palabras de López-Menchero: un sarcófago visigodo de dos metros treinta de largo que se puede relacionar con las fuentes bibliográficas del siglo XVI que refieren que se hallaron dos sarcófagos de piedra que son excepcionalmente grandes. “De nuevo las pesquisas nos llevan a pensar que allí hubo una necrópolis”, añade el investigador.
La cuarta pista está en la iglesia del pueblo. Los arqueólogos pedirán permiso al Obispado para comprobar si tal y como se refiere en las fuentes que manejan en un sillar de la iglesia que se levantó en el siglo XVI con piedras de Las Virtudes hay una inscripción en griego. Creen que podría tratarse de una tumba. En Ciudad Real no hubo colonias griegas, pero sí estudiosos griegos de mucho prestigio para los romanos que los tenían como esclavos de alto nivel. “De nuevo volvemos a la idea de que hay un cementerio romano”.
Fuente: Lanzadigital
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